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Carlos Hernández: "Aquí no puedes despistarte con nadie, al final los nombres no sirven de nada"

Carlos Hernández: "Aquí no puedes despistarte con nadie, al final los nombres no sirven de nada"

Es de Arrecife (Lanzarote) y tiene 27 años. Aunque debuta en la Volvo Ocean Race ya acumula a sus espaldas tantas millas como para cubrir una vuelta al mundo. Su pasión por la vela no le viene de familia, sino de los juegos de niño que lo llevaron a estar subido todo el día a una chalana, típica en Lanzarote. “En ella y con mis primos, de pequeños salíamos a pescar, siempre jugábamos en el mar, le poníamos velas al barco... Ahí estábamos, en la chalana para adelante, para atrás… Me gustaba el mar”.

Luego Carlos pasó a otro barco tradicional: el barquillo, “con unos amigos que jugaban conmigo al fútbol. Empezamos con la vela”. De ahí al 420 en el RCN de Arrecife y luego “a la única modalidad que había en el club, que era Snipe. Fueron siete años en vela ligera”.

En invierno estudiaba y los veranos empezaron a llenarse sólo de vela “con el ‘Puerto Calero’, que en aquel entonces hacía regatas en IMS 500. Según terminaban las clases me iba a navegar con ellos los tres meses de verano. Hacía transportes, la Reina en Valencia, la Copa del Rey, Mundial de IMS quizás… y volvíamos a Canarias”.

Pero la cosa se puso más seria y llegó el GP 42, más profesional. “Ahí ya no era el calendario de verano sino desde abril o mayo. Decidí que me quería dedicar a esto”.

Y llegó la oportunidad en el primer barco oceánico, de la mano de otro canario, David Vera: “Él me llamó por si podía sustituirle un VO70 modificado, el “Maserati”, y ahí fue donde probé en la vela oceánica. Entre regatas, récords, transportes y eventos hice tantas millas como en una vuelta al mundo. Ahí cogí toda la experiencia para estar ahora mismo en el “MAPFRE”, para poder hacer una ‘Volvo”.

Y así llegamos al presente: el canario Carlos Hernández es una de los únicas 54 personas en el mundo que están compitiendo en la Volvo Ocean Race. Y lo hace a bordo del equipo español.

Tienes experiencia en el “Maserati”, un VO70 que se dedica principalmente a hacer récords. ¿Cómo de diferente es lo que hacías con ellos?
Ellos tienen otro propósito, que son los récord como dices. No tiene nada que ver. Aquí tienes que estar más atento con todo, más a punto y siempre mucho más activo.

Suponemos que cada una tiene su encanto, pero de todas las clases en las que has navegado, ¿con cual te quedarías?
Me gustó mucho la clase RC44, donde había un nivel muy alto y estuvimos cuatro o cinco temporadas navegando. Aprendí mucho ahí. Estaban los equipos que se preparaban para la Copa América. Éramos unos 15 barcos y un año pudimos acabar cuartos. Y como barco me gusta mucho el “Maserati”, muy rápido con las modificaciones que han hecho. Y al final al ser barco para récords esperas a que haya mucho viento para salir, que al final es lo que nos gusta.

En esta edición de la Volvo Ocean Race navegáis en barcos monotipo –iguales por tanto- y las diferencias después de días de competición están siendo de sólo horas, ¿en qué medida aumenta la presión dentro del barco?
Aumenta muchísimo porque no es lo mismo no ver nada a tener un barco que está ahí al lado, que estés empujando para pasarlo, para que no te pase, no perder detalle ninguno… En mi humilde opinión ha sido un acierto cambiar a estos barcos porque antes el presupuesto definía mucho. Al ser iguales, aunque los barcos son un poco más lentos, la gente lo vive mucho más al ver que están todos juntos casi siempre.

Visto lo visto, ¿qué es lo que marca la diferencia?
Que hay que estar siempre atento, saber tomar las decisiones. Yo creo que el barco que está delante es el que menos errores comete, el que está siempre pegado con la flota y en el último momento pega un empujón, y el que se mantiene siempre constante y claro.

¿Qué has aprendido en estas tres etapas?
He aprendido que aquí no te puedes confiar ni despistarte con nadie porque al final los nombres no sirven de nada. Aquí hay que estar en el agua día a día y cada persona tiene que demostrar lo que es. El que menos se esperaba delante, ahí está. Hay que demostrar las cosas navegando y ser fuerte.

En lo que va de regata, ¿cuál ha sido para ti el momento más complicado?
Para mí la peor fue la última etapa. Me llegué a estresar de tener tan poco viento, el barco no caminar, de estar tantos días parado. El estrecho de Malaca fue algo horrible, que a todos nos estresó un poco. Además al ser todos los barcos iguales, un montón de veces estabas parado con tres o cuatro barcos ahí al lado. Te vas a dormir, te despiertas tras cuatro horas y te encuentras en el mismo sitio. Es muy agobiante.

Eres trimmer y proa, ¿cambiarías tu puesto a bordo? ¿Por cuál?
Me gusta mucho mi puesto; y después, conducir.

¿Qué te aporta el “MAPFRE” y esta regata?
Muchísima experiencia a nivel de navegación, de preparación y de todo. Navegando con gente buena es donde siempre aprendes cosas nuevas. Aprendo de gente que tiene mucha experiencia, que han dado bastantes vueltas al mundo, participado en campañas olímpicas, en la Copa América… Ésta es la regata más importante en vela oceánica y estar aquí para mí es un privilegio.

¿Y qué te “roba”?
Tiempo de estar en tu casa, con tu familia, con tu novia y con tus amigos. Pero a esta edad, que somos jóvenes, ¿si no lo haces ahora cuándo lo vas a hacer?


EL “QUIZ”

¿El compañero con el que más hablas?
Rafa, que es mi compañero de guardia.

¿Tu “espejo” a bordo?
Ñeti.

¿El más tímido?
Anthony.

¿El más sonriente?
Rafa o Xabi.

¿El más severo?
Rob.

¿El más extrovertido?
Ñeti.

¿El más glotón?
Rob.

¿El más cascarrabias?
Ñeti, algunas veces.

¿Y tú eres el más…?
Tranquilo.